El corazón del Partido X

Como adelanté en mi anterior entrada, y algunos os habéis encargado de recordarme, voy a cumplir y os voy a hablar de mi particular situación ante estas elecciones.

Como muchos ya sabréis o sospecharéis, llevo un tiempo colaborando activamente con una iniciativa política. Los que me conocéis estaréis enormemente sorprendidos de encontrarme relacionado con ese ambiente y son muchos los que se han interesado por mis motivos.

Si he tardado tanto en hablar de ello ha sido, principalmente, por respeto. Respeto al enorme trabajo que, en seguida comprendí, había detrás del proyecto que se me presentaba. Un trabajo que sólo podía corresponder con el esfuerzo de asimilarlo.

Primero ver, oír y aprender. Luego preguntar y trabajar.

Ya ha pasado un año desde mi primer encuentro presencial con la Red Ciudadana, Partido X en un hotel de Madrid y, desde entonces, mi respeto y admiración por las personas que la componen no ha hecho más que crecer.

Recuerdo a la mujer italiana que respondía con tanta paciencia como ilusión a todas las preguntas de los asistentes. La mayoría de ellas, iguales a las que, ahora, como comunicador del nodo de Madrid, respondo cada miércoles en la Taberna X (Taberna San Fermín, entre la calle Segovia y Puerta Cerrada).

También había un chico de aspecto tímido, con acento gallego, que, de vez en cuando, agitaba las manos en un lenguaje que -¡ignorante de mi!— más tarde supe característico del 15M.

Me llamó la atención la seguridad que transmitían cuando los objetivos de los invitados se mostraban claramente divergentes a los suyos. No pretendían convencer a nadie. No querían adoctrinarnos ni nos decían a cada uno lo que esperábamos escuchar. Quedó claro que no pretendían sumar gente a toda costa, la unión a cualquier precio no les interesaba.

Nos contaron lo que hacía la Red Ciudadana y nos invitaron a informarnos. Nada más.

Salí de la reunión con la más absoluta certeza de que no eran políticos. Su discurso, su actitud, sus métodos… eran claros, concisos y cercanos. De tú a tú.

No negaré que mantuve algunas de mis dudas. Creo que el ejercicio de la desconfianza es muy sano, especialmente cuando hablamos de política, por lo que empecé a profundizar en su programa en busca de algún punto oscuro que hiciera sospechar de alguna trampa.

Y así, buscando los fallos… me encontré con los aciertos. El trabajo desarrollado era sencillamente impresionante y recogía muchas de las ideas que desde hacía tiempo me rondaban la cabeza y ningún partido se planteaba.

Poco a poco me fui acercando y empecé a aportar mi granito de arena en un formato de trabajo que, para mi, era completamente novedoso. Y ahí, en la casa familiar de uno de los integrantes, comencé a comprobar el verdadero poder de la Red: los ciudadanos. Personas de toda clase y edad, gente que, de otro modo, jamás se hubiera relacionado entre sí, trabajando codo con codo por un objetivo común. Aportando lo mejor de sus competencias y dejando a un lado las diferencias y los egos. Abogados, músicos, informáticos, estudiantes… personas valiosas y honestas poniendo su trabajo y su esfuerzo al servicio del bien común. Personas con un increíble potencial que nuestra sociedad, sencillamente, no puede permitirse desaprovechar.

Encontré gente indignada y espoleada a reaccionar por los efectos de la crisis, pero también personas de posición acomodada a los que les empezaba a amargar el postre al contemplar el sufrimiento del vecino y un día dijeron basta.

La página web del partido (www.partidox.org) está llena de información técnica, ahí están el programa, las actuaciones que emprendemos, lo que pretendemos hacer y cómo hacerlo… Como dije, una de mis funciones en la Red es resolver dudas al respecto, pero, lo cierto es que no suele haberlas.

En cualquier caso, este artículo no es para hablar de lo que allí pone sobre el Partido X, sino sobre lo que no.

Aquello que no se puede explicar en una página web y difícilmente lograré en el artículo de un humilde blog, pero que, sin embargo, es donde radica el verdadero poder del Partido X: sus personas. Personas que me han hecho reconciliarme con el género humano. Personas que contagian su ilusión y voluntad hasta obligarme -moralmente— a ser la mejor versión de mi mismo para poder corresponder a su esfuerzo.

Ése es el motor del Partido X.

Ése es el sentido de la X. La X anónima que nos representa a todos. Ciudadanos anónimos, desconocidos… pero grandes, muy grandes y haciéndose más grandes unos a otros.

No. No se puede explicar con palabras, pero cuando lo vives, no te queda la menor duda de que es el camino correcto.

No voy a citar los nombres de esas personas porque la lista sería muy larga y sé que les sonrojaría, pero no quiero desperdiciar la oportunidad de agradecerles su labor.

Hoy, sin saber muy bien cómo, encuentro mi nombre al lado del suyo como parte de la candidatura oficial del Partido X a las elecciones europeas del 25 de Mayo. Y, como ellos, me siento orgulloso de aparecer junto a grandes luchadores que están arriesgando algo más que su tiempo -alguno incluso su vida- para crear entre todos un mundo mejor y una sociedad más justa para todos.

Sienta muy bien saber que, pase lo que pase, estoy en el bando de los «buenos».

Como suele citar un amigo, «cabalgamos sobre hombros de gigantes» y no puedo evitar sentirme parte de la historia, de un cambio que no sólo es posible, sino también inevitable.

Quiero estar ahí cuando suceda.

Y quiero, un día, mirar atrás y recordar el tiempo en el que pude convivir con los héroes que lo hicieron posible.

Por eso y ya que estamos oficialmente en campaña, hoy, y sin que sirva de precedente, voy a atreverme a pedir tu voto para el Partido X. Porque su método es honesto, lógico y eficaz. Y porque, aunque no sea capaz de explicarlo con palabras, su corazón y su alma se nutren de lo mejor que hay dentro de nosotros.

En las elecciones del 25 de Mayo. Vota X ti. Vota Partido X.